Corporizar aquello que llamamos espíritu 🌱
Los humanos somos una especie que por naturaleza busca darle un significado a la existencia. Muchos humanos pasan su vida dándole sentido y significado al misterio del universo, ofreciendo sus propias respuestas y una guía.
Desde muy chica comencé mi búsqueda espiritual de muchas formas. Recuerdo que tenía mas o menos trece años cuando llego a mis manos un libro de Indra Devi, su publicación original fue en 1953, su traducción al español y posterior publicación en México fue en los años 60’s. Esa fue la primera vez que tuve contacto con los conceptos de Yoga. Me impresionó saber lo potente y sutil de la energía del Prana (energía vital) en nuestro cuerpo. Pasaron varios años más para poder entrar a practicar Yoga en un grupo y con un maestro.
La práctica de Yoga en su esencia es una práctica somática que busca conectarnos con algo superior, ya sea dentro de nosotros mismos o con la naturaleza del cosmos. Dependiendo del enfoque que tengamos de Yoga, puede ser que su finalidad sea trabajar solo el cuerpo, explorar la fuerza, elasticidad o equilibrio. Algunas tradiciones están más enfocadas en la práctica meditativa, otras en retar al cuerpo constantemente, incluso hay algunas en las que se somete al cuerpo a penitencias constantes y su meta es trascenderlo.

En lo personal creo que cada uno encontramos nuestra propia manera de practicar Yoga. En una misma clase cada persona puede estar haciendo sus propios descubrimientos y encontrándole un sentido a su práctica. Podemos ligar la práctica de Yoga a rituales, cantos sagrados, etc. Aunque Yoga por sí mismo no inicio como parte de ninguna práctica religiosa y en todo el texto de los Yoga Sutras de Patanjali solo hay una mención a Ishvara, el cual puede ser interpretado como un maestro o Gurú.
Durante mucho tiempo me inhibía al hablar de espiritualidad en los espacios donde se habla del cuerpo, de anatomía o fisiología, incluso dentro de los espacios de yoga decidí mantener mis creencias fuera de la clase. Dentro de los espacios de educación de movimiento somático, he sentido timidez al abordar el tema de la espiritualidad.
Apenas hace no mucho tiempo, decidí que corporizar aquello que llamamos espíritu es tan valido para mí como corporizar cualquier otra parte física del cuerpo. La espiritualidad es un atributo humano, tal vez nuestro deseo espiritual más profundo es sentirnos ligados con la naturaleza, como parte integral de ella. La experiencia directa con la naturaleza nos conecta con inteligencias diferentes a la humana, con cualidades misteriosas y poderosas. No en vano muchas culturas han basado sus prácticas espirituales en la naturaleza y en reverenciar a los elementos que la conforman. Caminar en el bosque o mirar el cielo nos da calma, nos permite refinar nuestras percepciones, nos hace más alertas, con más posibilidades de asombro.

Si nos sentimos parte de la maravilla de la naturaleza, podemos celebrar sus energías asombrosas y su grandeza. Si nos sentimos separados de la naturaleza puede que experimentemos temor, inseguridad o tal vez nos sintamos con derecho a destruirla y a controlar los ecosistemas y los recursos naturales.
En lugar de rechazar al cuerpo en nuestra búsqueda de lo espiritual, como lo hacen algunas religiones, podríamos considerar al cuerpo como un gran recurso en la experiencia diaria de nuestra vida. En cada célula de nuestro cuerpo no solo hay mente, sino también energía y espíritu.
En lugar de trascender la fisicalidad para conectar con los planos espirituales, la práctica de corporización ubica la trascendencia en el aquí y en el ahora, con cada respiración que tomamos, con cada movimiento y decisión que hacemos, sentir es un requisito para estar realmente presente en este momento.

Te invito a conectar contigo mismo a través de unos minutos de silencio, de preferencia al amanecer. Conecta simplemente con lo que hay, con lo que trae el día, frío, lluvia, sol o calor, tomate unos momentos para notar como lo recibes y siente tu cuerpo en comunión con la naturaleza. Mueve tu cuerpo en respuesta a lo que te rodea, puede ser posturas de yoga o cualquier gesto que te lleve a comunicarte con la naturaleza. Después de unos minutos, los que tengas para tu práctica, puedes hacer unas notas sobre tus sensaciones o descubrimientos del día.
Te invito a que por ti misma vayas cultivando una comunicación con lo divino, con el espíritu o simplemente con el universo que te rodea, como tú lo quieras llamar.
Que tengas una suave y deliciosa transición de invierno a primavera. Con cariño.
Aceneth